Y ahora ¿Qué hago con mis padres?

¿Alguna vez tuviste uno de esos momentos donde te hacen un planteo que abre tu mente a algo que no habías considerado? Yo sí. Tenía 21 años, acababa de terminar mis estudios bíblicos y estaba en el proceso de descubrir cuál era el lugar que Dios tenía para mí. En medio de ese proceso de decisiones, comenzaba también la etapa de independencia y la posibilidad de iniciar un noviazgo. Te imaginarás que en ese tiempo venían a mi mente un sinfín de preguntas. Sabía que era una decisión sumamente importante y que debía tomarme el tiempo necesario antes de decidir. En este contexto fui a buscar consejo. Debo admitir que estaba entusiasmada con la idea, pero con temor a la vez porque había varios factores que tenía que considerar, entre ellos, la idea de vivir en un país lejano, experimentar otra cultura, aprender otro idioma. Ese día me hicieron una pregunta que no se me había cruzado hasta ese momento: “¿Pensaste en el futuro de tus papás una vez que te vayas?” Para ser sincera, esta pregunta me tomó por sorpresa porque pensaba que ese futuro era bien lejano. Ahí estaba yo, soñando con proyectos personales, evaluando diferentes cuestiones y mis padres no estaban dentro de esas consideraciones. Es más, creo que en ese entonces tenía la idea de que debía ocuparme de mis padres cuando fuera mucho más grande, ya con una familia y vida establecida.

Es verdad que, en la juventud, por lo general, se piensa más en uno mismo en lo que a decisiones respecta. Solemos pensar que tenemos “el mundo por delante”. Es el tiempo de definir carreras, relaciones, trabajo, metas para la vida, pero, la verdad, no son muchos los que contemplan en esas decisiones el futuro de sus padres. Yo sabía que debía honrar a mis padres, pero ese día me di cuenta de que el concepto de honra era mucho más amplio del que tenía. Esa pregunta que mi hicieron abrió mi mente a reflexionar en varias verdades que me gustaría compartirte:

En primer lugar, honrar a los padres es una decisión individual que comienza HOY

En la medida que vamos creciendo y nos independizamos, la orden de obedecer a los padres se transforma más en una cuestión de seguir un consejo o no. Sin embargo, el mandato de honrarlos no tiene fecha de vencimiento. Si te acordás del versículo en que basamos este principio, “honra” es una orden que demanda una acción presente y continua (Efesios 6:2). Esta honra no solo implica cuidarlos cuando sean grandes; es mucho más que eso. Honras a tus padres escuchando lo que están diciendo, tratando de entender sus preocupaciones y respetando sus opiniones. Honrarlos implica dedicar tiempo de calidad con ellos y hacerlos parte del desarrollo de tu vida. Ellos pueden llegar a ser excelentes consejeros porque te conocen mejor que nadie. Tus padres han sido los que te han protegido durante todo este tiempo y buscan lo que es mejor para vos. No des por sentado todos esos años que dedicaron en tu crianza solo por hacer valer tus decisiones o derechos personales. Tampoco esperes a que sean mayores para comenzar a honrarlos, comienza hoy. 

En segundo lugar, honrar a los padres es una decisión de por VIDA

Como dijimos anteriormente, la decisión de honrarlos es para toda la vida; aun cuando ellos ya no estén. Pero también implica pensar en su bienestar para el día cuando vos ya no estés. Si hay un momento en la historia de la Biblia que toca profundamente mi corazón es el momento en que el Señor está en la cruz y dirige su mirada tierna hacia su madre. En medio de sus últimos minutos de vida, en su más profunda aflicción, y mientras recibía el mayor trato inhumano de la historia, Él pensó en el futuro de su madre; quien seguramente estaba destrozada. Él procuró que estuviera contenida y bien cuidada al pedirle a Juan, el discípulo amado, que le abriera su hogar para brindarle el mismo amor que él recibió esos años. Me emociona cuán grande y profundo es el amor del Señor, pero también me estimula a imitar esa clase de amor atento y desinteresado, en especial hacia aquellos que me dieron la vida.

En último lugar, honrar a los padres es una decisión que abarca a TODOS, sin excepción

Así es. Este mandato no es condicional. No importa si son creyentes, si han sido buenos con vos o si fueron padres ausentes, el llamado es a honrarlos. Sé que esto para muchos no es nada sencillo porque puede haber dolor por heridas del pasado. Si ese es tu caso, es mi oración y deseo que puedas abrazar la libertad que traer el perdón.

Ahora, ¿por qué esperaría Dios que los hijos tuvieran a sus padres en honor y estima? El honor reconoce el valor inestimable de una persona y lo demuestra por medio de palabras y acciones. Un hijo debe reconocer que tiene una obligación personal hacia sus padres. En la traducción del hebreo o griego, la palabra honor tiene el sentido de «bondad amorosa» o simplemente «amor leal» y a veces «misericordia». Esta virtud requiere que ames y seas leal independientemente de las circunstancias. Tales obligaciones tienen poco que ver con preferencias personales. Es más, Dios puede llegar a utilizar tu honra como instrumento de gracia y misericordia hacia ellos. Conozco hermosas historias de hijos que fueron heridos por decisiones de sus padres en el pasado, pero que de grandes eligieron el camino del perdón y buscaron honrarlos a pesar de las faltas. Puede pasar también de hijos que ya de adultos entienden el concepto de honra, pero no tienen la oportunidad de demostrarles gratitud porque ya no están con vida. Si este es tu caso, no te desanimes. Hoy puedes comenzar honrando la memoria de ellos al reproducir aquellas cosas que han marcado tu vida para bien y dando testimonio del ejemplo que han sido con quienes te rodean.

No sé en qué etapa de la vida te encontrás, en realidad en este caso no importa porque la decisión de honrar a los padres es hoy para todos y para siempre. Tal vez es tiempo de parar y hacer una autoevaluación: ¿he considerado dentro de mis planes el cuidado, atención y futuro de mis padres? ¿estoy pasando tiempo de calidad con ellos? ¿cómo está siendo mi comunicación con ellos? Puede que estas preguntas te lleven a tener que hacer unos ajustes en tu agenda y aun en tu economía, pero sin duda traerá alegría y bendición de lo Alto. 

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